11.26.2016

CATALINA 555

Dicen que las cocinas reflejan la personalidad de sus dueños. En el caso de Catalina 555 el proverbio se cumple a cabalidad. Una vocación por el perfil bajo, la docencia en la práctica y la rigurosidad en la ejecución, hacen del cocinero y el restaurante una dupla a la que vale la pena prestar atención.

Conocí a Heinrich Herold en el Mistura pasado cuando compartimos una mesa como jurados de uno de los concursos. Su sapiencia en técnicas y manejo del producto y su sencillez para comunicarse con los participantes fue el primer campanazo que me alertó sobre la presencia de un profesional serio que conocía la tradición y se sentía cómodo con las técnicas contemporáneas.
Torrejitas de choclo y pastel de choclo con ossobuco
Ir al restaurante, repetir la visita y probar casi toda la Carta no hicieron más que confirmar una excelencia que no abunda en nuestro medio. Sus platos son de factura clásica, entre brasería y picantería, pero con toques personales administrados con cautela,  conocimiento y entusiasmo.

Arroz meloso con chancho y legumbres
Podría comer todos los días su diáfana versión del sudado que solo lleva chicha de jora, cebolla y tomate en gajos y ají. No necesita nada más. La discreta compañía de unas yucas sancochadas hace que el sudado brille por sí mismo. El esquema se repite con la causa coronada de bonito escabechado y jalea de pejerrey; la zarza de lapas (que sentí un tanto chiclosas) y chicharrón de calamar; el delicioso salpicón de pecho con vinagreta de cocona y patacones; y el exitoso pastel de choclo (que me pareció un pelín dulce) relleno con guiso de osobuco deshilachado. Platos bien concebidos y mejor ejecutados.

Comensales entusiastas y al fondo la cocina abierta con Heine al mando
En platos de fondo la oferta es restringida pero contundente. Me enamoré del arroz meloso de chancho con legumbres y loche (con una capa delgada de concolón que prolonga el disfrute) y mis compañeros de mesa lo hicieron con el chaufa charapa. El lomo saltado llega con la carne jugosa, las papas crujientes y unos platanitos fritos que aportan un dulzor increíble que equilibra la intensidad del guiso. Hay otros platos que también merecen una mención: la bondiola braseada con pallares y portobellos, el asado de tira estofado en cerveza negra y los bucatini a lo macho con pejerrey crocante. Los porciones son generosas (demasiado para mi gusto porque no permite probar más opciones en una visita), sirven en fuentes.
No hay carta, todo se anuncia en pizarras

Ni los postres ni su carta de vinos están a la altura de la cocina. Más bien ofrece variadas etiquetas de cerveza y coctelería clásica en base a pisco.

Ficha Técnica: Avenida Santa Catalina 555, La Victoria. Tel: 6372689. Horario de atención: martes a domingo solo almuerzos. Precio promedio por plato: S/ 45 soles. Estacionamiento en la calle.




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