12.08.2014

VOCES DEL SIGLO XX *



* Texto de la presentación del libro de Santiago Pedraglio en el que compartí mesa con el autor, el periodista Raúl Vargas y el escritor Raúl Tola.

Como ya lo dijo Raúl, el periodista, este libro subraya el valor del diálogo como un medio para entender al ‘otro’ a través de un rico intercambio de ideas donde se van descubriendo personajes insospechados que han vivido alojados bajo la piel del entrevistado. Conversaciones con ojos del Siglo XX reúne testimonios contados por ciudadanos que nacieron en el primer tercio del siglo pasado. No son personajes elegidos al azar, son más bien paradigmas de las apetencias o querencias  que el autor ha cultivado a lo largo de su vida. Son historias de peruanos preocupados a su manera por el país, y que desde su trinchera aportan para entender cómo se han ido moviendo las piezas de este complejo rompecabezas llamado Perú. Sin embargo, creo que hay dos hechos que sirven a Santiago de marco de referencia: la Guerra con Chile y la de Sendero; y luego la enorme, trascendente, enriquecedora presencia de José María Arguedas que subyace tras la mayoría de historias.
Aprecio la preocupación del autor para que cada entrevistado conserve su propia voz, sus silencios, sus reiteraciones o sus saltos en el tiempo: el ilustrado Szyzylo, el locuaz Acosta, el tímido Carlos Germán, el sabio Woodman, el pugnaz Garrido Lecca, el pragmático Morales, el aguerrido Never Tuesta, el rebelde Hugo Blanco y el irreverente Reinoso; la pícara Teresa y la sencilla Alcandré, el militante Villanueva del Campo y el orgánico Edmundo Cruz; la dolorosamente escéptica Mamá Angélica o el lúcidamente escéptico Cotler, los entrañables Desiderio y Jaime Guardia.
Este libro es un llamado de alerta pero también un grito a la memoria. Cuando Bakula nos recuerda que el siglo XX tuvo presencia militar más que civil, o cuando Saúl Peña habla de la privación afectiva, emocional y ética del peruano, concepto que también evoca Edmundo Cruz.
Es inevitable sentir un estremecimiento al constatar los desencuentros  constantes entre el Perú oficial y el real; el pillaje descontrolado en demasiados momentos; la falta de un proyecto unificador que promueva la construcción de una nación y los enormes esfuerzos de estos héroes o antihéroes por edificarla.
Sin embargo, también hay anécdotas tan divertidas como insólitas como imaginar al patriarca Benavides de la Quintana bailando huainitos en Huancavelica o que para Pedro Beltrán de La Prensa Manuel Ulloa fuera un comunista (Cotler dixit). O que en versión de Oswaldo Reinoso el nombre del exclusivo balneario de Asia vengan del quechua Ashnaq que significa apestoso, ya que a esa caleta llegaban los barcos guaneros.
Otra delicia es descubrir el sentido de algunas palabras. Villanueva habla de la “domesticidad” de la población en la época de Leguía. Gustavo Gutiérrez lanza la maravillosa “projimidad”, palabra que expresa el reconocimiento del amor al prójimo. Cotler (disculpen mi deformación profesional) me descubre que el lomo a lo macho (y seguramente todos los ‘a lo macho’ que hay en el recetario nacional) debe el apelativo al famoso “Macho Frías”, padre del periodista Ismael Frías quien siendo jefe de policía escondió el asesinato de Graña. Teresa Izquierdo recuerda el arroz con pianito, un plato de pobre que se volvió de fiesta y ahora está desaparecido, y lanza la deliciosa palabra “tropicancia”, algo así como veletear o cambiar de opinión. Y hasta el nombre de Anfilón, al que Szyszlo menciona como su tío entra en esta línea sustantiva y turbadora.
Santiago es un entrevistador curioso pero no invasivo, escarba en la memoria para forzar el recuerdo no para desnudar al entrevistado, es culto y memorioso pero sin competir en protagonismos, es empático sin llegar a la condescendencia. Y sobre todo está genuinamente interesado en comprender al otro a través de la conversación. Y legar ese ADN de nuestra historia a las nuevas generaciones en un mundo de realities y de civilización del espectáculo es lo mejor que nos puede pasar como peruanos. Por lo pronto, vayamos haciéndoles caso a los entrevistados y entre tropicancia y tropicancia a ver si nos projimizamos un poco.
Muchas gracias





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